¿Y ahora qué?

Pienso que los nombres determinan de alguna forma la personalidad y el modo de ser de las personas.
A mí me pusieron un mal nombre.
Me ha traído problemas, porque pulula al rededor de mi humanidad como una especie de maldición, un karma, un cronopio loco y malévolo.

Cuando se es un poco ermitaña, retraída y con poca habilidad social encontrar a alguien, de la nada, caminando por la calle, que te haga brillar y olvidar la soledad contraída, el mundo cambia, así sin más, y todo se ilumina aunque sea efímeramente. Y cuando a eso se le suma una imaginación desbordada como la mía, la cosa se transforma en un problema. 
Es probable que Benedetti lo resuma mejor que yo:


Tengo miedo de verte 
necesidad de verte 
esperanza de verte 
desazones de verte 

Tengo ganas de hallarte 
preocupación de hallarte 
certidumbre de hallarte 
pobres dudas de hallarte 

Tengo urgencia de oírte 
alegría de oírte 
buena suerte de oírte 
y temores de oírte 

O sea 
resumiendo 
estoy jodido 
y radiante 
quizá más lo primero 
que lo segundo 
y también 
viceversa. 


Y si a todo lo anterior le sumamos, además, un sexo maravilloso, de ese que te hace olvidar todo, caballerosidades, pudores, temores y te libera entre jadeos, juegos, piel, piel y piel, una queda realmente JODIDA.
¿Y ahora qué? Se acabó la luz efímera, se acabó la piel a borbotones. Me siento absolutamente indeseada y fría y un poco triste también.

Qué post más cursi.