A mí me pusieron un mal nombre.
Me ha traído problemas, porque pulula al rededor de mi humanidad como una especie de maldición, un karma, un cronopio loco y malévolo.
Cuando se es un poco ermitaña, retraída y con poca habilidad social encontrar a alguien, de la nada, caminando por la calle, que te haga brillar y olvidar la soledad contraída, el mundo cambia, así sin más, y todo se ilumina aunque sea efímeramente. Y cuando a eso se le suma una imaginación desbordada como la mía, la cosa se transforma en un problema.
Es probable que Benedetti lo resuma mejor que yo:
Tengo miedo de verte
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte
Tengo ganas de hallarte
preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte
Tengo urgencia de oírte
alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte
O sea
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.
Y si a todo lo anterior le sumamos, además, un sexo maravilloso, de ese que te hace olvidar todo, caballerosidades, pudores, temores y te libera entre jadeos, juegos, piel, piel y piel, una queda realmente JODIDA.
¿Y ahora qué? Se acabó la luz efímera, se acabó la piel a borbotones. Me siento absolutamente indeseada y fría y un poco triste también.
Qué post más cursi.